Se dice que en el pasado todo era más sencillo, a precios reales los activos fijos como casas o vehículos eran más baratos que en la actualidad, el mercado no requería de un especialización académica tan alta como hoy en día que muchas empresas piden un mínimo educativo de posgrados para puestos gerenciales, eran tiempos en que la tecnología todavía no estaba tan de la mano con la vida cotidiana, vivir en el siglo XXI tiene sus ventajas, pero el sistema de ahorro para el retiro no es una de ellas, porque una combinación de factores como la mala planeación financiera por parte del gobierno, crisis económicas y un aumento sustancial en la demografía, hicieron que se tuviera que replantear por completo el modelo en que los mexicanos tenían disponibles los recursos suficientes para retirarse y vivir cómodamente, algo que las nuevas generaciones tendrán que trabajar al doble para poder lograr, o bien, existe la posibilidad de estar tranquilo después de los 65 años si se dispone de una buena educación financiera y se aprovechan instrumentos de inversión innovadores.
Para tener una vida plena se necesita corresponder la edad conforme al trabajo realizado, es así como en 1943 se creó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que ofrecía prestaciones a los trabajadores dados de alta en el empleo formal, teniendo acceso al servicio médico y una pensión básica que permitía un ingreso fijo después de cumplir los 60 años. En 1953, el empresario regiomontano, Eugenio Garza Sada, revolucionó el concepto de prestaciones en México a través de su empresa Cervecería Cuauhtémoc, en donde no solo brindaba atención médica en hospitales de primer nivel, sino que también ofrecía membresías de clubes recreativos y una pensión vitalicia en función de los años trabajados, salario y puesto en la empresa. El modelo de Garza Sada era parecido al del IMSS, pero con mayores beneficios y una mejor cuantía monetaria para subsistir en los años venideros, después de todo se espera que aquellas personas que dejan de trabajar por su edad puedan sostenerse a base de las atribuciones otorgadas por una vida de trabajo sin la necesidad de regresar a laborar. En 1973 se modificó la Ley del IMSS para mejorar la calidad de la pensión con base al promedio salarial de los últimos cinco años laborados y la cantidad de semanas cotizadas ante el Seguro Social.
La generación baby boomer comprende a los nacidos de 1945-1964, se caracterizó por una explosión demográfica a causa de la culminación de la segunda guerra mundial y bonanza económica, generando un aumento en la natalidad que, junto a la mala gestión de las finanzas públicas, a largo plazo terminaría siendo causa de la reforma de la Ley del IMSS 1997, cuyos argumentos para su cambio fue que una vez que se empezara a retirar la generación boomer, no habría el suficiente sustento financiero de las personas laboralmente activas nacidas de 1970-2007, es decir, la carga que el gobierno tendría que erogar a los pensionados, no sería cubierta con lo que genera tributariamente la generación en turno, los egresos fiscales superarían a los ingresos y caería en un déficit fiscal histórico por endeudamiento. Para el año 2026, se pronostica que se destinarán más de $750,000 millones de pesos por concepto de pensiones a todos los retirados que comprenden la ley pre-1997.
Si el gobierno hubiera seguido siendo el único aportador para los fondos, la consecuencia sería insolvencia pública con riesgo de impago nacional, por lo que se decidió un cambió en el sistema de ahorros para el retiro por un modelo de origen chileno, un fondo generado por una ponderación del salario base; mensualmente se pagan al IMSS las aportaciones del trabajador (1.125%), la empresa aporta 5.15% y el gobierno tan solo 0.225%, para un total de 6.5% en concepto de IMSS, todo esto para que el trabajador tenga acceso a hospitales públicos y un pequeño fondo para el retiro; también se destina otro 6.5% directamente a la cuenta AFORE que otorga rendimientos, es decir, con un salario base mensual de $100, cada mes el trabajador aporta de su bolsillo $2.25, el patrón $10.30 y el gobierno $0.225, destinado a un fondo supervisado por una Administradora de Fondos para el Retiro, encargada de invertir el total del monto a través de Sociedades de Inversión Especializadas en Fondos para el Retiro (SIEFORES), que acorde a tu año de nacimiento y AFORE, es el rendimiento otorgado. Para la SIEFORE básica inicial que comprende a los nacidos después del 2000, las AFORES que mayor rendimiento anual otorgan son Profuturo, Inbursa y SURA con 7.2%, 6.41% y 6.24% respectivamente.
No puedes elegir en qué productos se invierte tu dinero para el retiro, sólo en cuál AFORE, cuya aproximación es mayormente conservadora con portafolios compuestos de CETES, Bonos M, Udibonos y demás instrumentos de renta fija. Este tipo de administradoras tienen un enfoque adverso al riesgo para mantener seguras las cuentas de millones de mexicanos, pero esta inversión no termina siendo suficiente para un retiro digno, haciendo una comparación, si una persona tiene un salario de $10,000 mensuales durante toda la vida laboral, con la Ley de 1973 recibiría una pensión vitalicia de aproximadamente $12,000, mientras que con la Ley de 1997 no superaría los $5,000 después de los 65 años, pero hay una alternativa que puede mejorar la calidad de vida económica. Las AFORES permiten un concepto de aportación con beneficios fiscales y que fue el detonante para el surgimiento de los Planes Personales de Retiro (PPR), que consisten en fondos individualizados de aportaciones voluntarias que se pueden invertir en instrumentos de renta fija, pero principalmente variable como acciones, fondos indexados y ETFs; estos valores representan mayor riesgo pero que a largo plazo es una alternativa complementaria del fondo de retiro convencional de las AFORES.
Relacionamos el retiro digno de poder vivir los últimos años en paz, con la meritocracia y valor del esfuerzo de que si a lo largo del tiempo activo, se trabajó arduamente por más de 40 años, sería suficiente como para no preocuparse por el dinero, pero la realidad dicta otro escenario, una mala planeación financiera gubernamental e imponderables como la caída de la tasa de natalidad, causaron que no fuera suficiente poder retirarse con lo generado en las AFORES; tuvo que venir el artículo 74 de la Ley del IMSS que dicta la legalidad de generar una cuenta a partir de aportaciones voluntarias para poder retirarse sin contratiempos con lo generado de cuentas complementarias que aumentan considerablemente el monto final, considerar el fondo de la AFORE y el PPR son la clave.
No es sostenible vivir de una constante aportación mensual mínima, en la modalidad anterior el gobierno financiaba el 100% de los recursos del retiro, mientras que a la actual solo lo hace con menos del 1% (0.225%), el Estado no hace lo suficiente para respaldar los gastos de vejez. Tenemos que hacer frente y actuar en la medida de lo posible cuando no nos favorecen las condiciones dictadas por la autoridad, la inteligencia financiera y cultura del ahorro nos permiten subsistir con recursos cada vez más limitados con el paso de las generaciones.