El seguro como espejo social: ¿protección o privilegio?

En nuestra sociedad hay rechazo para adquirir seguros de protección

Cuando se habla de seguros en México, muchas personas los ven como un gasto innecesario
o, peor aún, como un lujo reservado para quienes tienen “demasiado dinero”. Esta percepción
no es casualidad: refleja la manera en que nuestra sociedad se organiza, cómo enfrentamos la
incertidumbre y cómo distribuimos las oportunidades de protección.


Desde la sociología, los seguros son mucho más que simples contratos financieros. Son un
espejo social que revela cómo valoramos la vida, la salud, el patrimonio y hasta el futuro. Tener
o no tener un seguro habla de las condiciones económicas, pero también de las creencias
culturales que dominan en nuestra vida cotidiana.


En mi experiencia como asesor financiero, me he encontrado con frases que se repiten
constantemente: “mejor confío en Dios”, “eso nunca me va a pasar”, o “si me enfermo, para
eso está el hospital público”. Todas esas expresiones reflejan la mezcla entre la fe, la
esperanza y la resignación que caracteriza a gran parte de nuestra cultura. Pero también
esconden una realidad incómoda: la falta de confianza en la previsión como herramienta de
libertad y seguridad.


Históricamente, en México, la protección social ha estado vinculada al Estado: IMSS, ISSSTE,
programas sociales y apoyos temporales. Eso ha generado una dependencia fuerte hacia lo
público y una desconfianza hacia lo privado. Sin embargo, todos sabemos que los servicios de
salud pública están rebasados, que los apoyos son insuficientes y que las pensiones actuales
no alcanzan para una vejez digna. Frente a esto, el seguro privado surge como una alternativa,
pero no siempre accesible ni comprendida.


Aquí aparece la gran contradicción: el seguro puede ser visto como un privilegio, porque no
todos tienen la posibilidad económica de contratarlo, pero también es una necesidad
universal, porque los riesgos no distinguen nivel socio económico. Enfermar, sufrir un accidente
o perder al sostén económico de una familia no son eventualidades exclusivas de ricos o
pobres: son realidades humanas que afectan por igual.

La diferencia es que quien cuenta con un seguro puede enfrentar la situación con menos miedo y menos consecuencias financieras.

Lo que me preocupa como sociólogo es que el seguro, en lugar de ser entendido como un
derecho o una herramienta de inclusión, muchas veces se presenta como un símbolo de
estatus. Y ese estigma cultural contribuye a que muchas personas no lo busquen o lo
pospongan, incluso cuándo podrían acceder a opciones accesibles. El resultado es que
seguimos perpetuando una sociedad de desigualdades: unos protegidos y otros vulnerables.


Como asesor financiero, me toca ver la otra cara de la moneda: familias que, gracias a una
póliza de gastos médicos, evitaron una deuda impagable; empresas que, al contratar seguros
colectivos, mejoraron la calidad de vida de sus trabajadores; padres que aseguraron la
educación de sus hijos con un plan de ahorro. Son ejemplos concretos de cómo el seguro no
es un lujo, sino una inversión en tranquilidad y estabilidad.


Creo firmemente que necesitamos cambiar la narrativa. Hablar de seguros no debería ser
sinónimo de privilegio, sino de responsabilidad compartida. El reto está en democratizar el
acceso, en impulsar la educación financiera y en que más personas comprendan que un
seguro no se compra cuando todo está bien, sino para estar preparados cuando la vida se
complica.


Al final, el seguro es un reflejo de lo que valoramos como sociedad. Si seguimos viéndolo solo
como un gasto, seguiremos reproduciendo la idea de que protegerse es opcional. Pero si logramos entenderlo como un acto de amor —a uno mismo, a la familia y al futuro— entonces habremos dado un paso hacia una sociedad más consciente, más fuerte y menos desigual.


La pregunta que dejo abierta al lector es: ¿queremos seguir viendo al seguro como un
privilegio, o nos atrevemos a construir una cultura donde la protección sea un derecho
alcanzable para todos?


Jose Luis Figueroa López
Podcast: “La sociologia del Dinero”
E-mail: sociologiadeldinero@gmail.com


Compartir este artículo