PRI: Crónica del Fin, un espejo del pasado y del presente

El documental PRI: Crónica del Fin se presenta como mucho más que una narración partidista. Es, en realidad, un repaso de la política mexicana en su conjunto. Quien intente comprender la historia moderna de México no puede omitir al PRI, pues su huella atraviesa prácticamente cada capítulo de nuestra vida institucional. La riqueza del material audiovisual que ofrece lo convierte en un testimonio único: imágenes y grabaciones nunca antes vistas que retratan desde figuras emergentes, como un joven Carlos Salinas de Gortari en sus primeros encargos públicos, hasta momentos que marcaron giros profundos en el rumbo del país.
El acierto principal de esta obra está en mostrar la complejidad interna del priismo. El PRI nunca fue un bloque monolítico; dentro de él convivieron distintas expresiones, intereses y proyectos que chocaban entre sí, pero que al mismo tiempo le dieron fuerza y capacidad de adaptación. Esa diversidad de corrientes, a la vez su riqueza y su talón de Aquiles, fue la que propició divisiones históricas como la del Frente Democrático en los años ochenta y que aún hoy se refleja en nuevas formas de liderazgo y organización política.
Sin embargo, el documental se queda corto en algunos temas cruciales. Uno de ellos es el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, un periodo de construcción política y de gran aprobación ciudadana. Más allá de la posverdad posterior, Salinas transformó al país con decisiones que aún hoy tienen eco. Incluso su Programa Solidaridad es en gran medida referente de lo que hoy es el Programa Bienestar: Solidaridad caminó para que Bienestar pudiera correr. Morena repite prácticas que en realidad fueron inventadas por el PRI.
En este marco, resuena con fuerza la frase de Carlos Salinas de Gortari, pronunciada durante las reformas a los estatutos del partido en su sexenio:
“Crítico hoy a los que sólo con adjetivos y sin argumentos denigran al PRI: los que hoy más critican, dentro o fuera del PRI, las reformas que ustedes promueven… son paradójicamente los que contribuyeron a sus mayores vicios durante su gestión en puestos de dirección.”
Esa crítica aplica al pasado, pero también al presente. Muchos de los que hoy atacan al PRI desde fuera fueron quienes se beneficiaron de sus excesos desde dentro. Y la paradoja es que los mismos errores se repiten ahora con Morena: concentración de poder, clientelismo, simulación de inclusión y fracturas internas.
Otro vacío del documental es no ahondar lo suficiente en la fractura de 2003 entre Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, ruptura que prácticamente debilitó al partido rumbo a 2006 y abrió paso a una de las derrotas más costosas de la historia priista. La lección es clara: las fracturas internas han sido el mayor obstáculo del partido para consolidar su fuerza.
También queda en evidencia un dato histórico poco analizado: el PAN existe porque el PRI lo permitió. Fue el propio PRI quien abrió la puerta a su presencia en las cámaras, primero como oposición útil para legitimar, hasta que eventualmente se volvió competitivo. Sin el PRI, el PAN jamás hubiera tenido cabida.
El propio Marcelo Ebrard en el documental apunta que el PRI ya no tiene un espacio ideológico porque Morena ocupó el suyo. Pero en realidad, la disputa no es ideológica: el mexicano vota por popularidad, no por doctrina. Eso significa que el verdadero espacio en disputa sigue siendo entre Morena y el PRI. Y surge la pregunta estratégica: ¿qué pasaría si el voto que se fue del PRI regresara al PRI?
La reflexión hacia el interior es clara: los priistas debemos estar orgullosos de lo que hemos construido —instituciones, estabilidad, progreso—, pero conscientes de que la única manera de volver a ser opción para México es con autocrítica, honestidad e inclusión real. Construir desde la base, tender la mano a quienes aportan con trabajo y no con discursos, y superar las fracturas que históricamente nos han debilitado.
El PRI no va a morir. La diferencia con Morena es evidente: destruir es fácil, construir con arte político es algo que solo el PRI ha sabido hacer. La responsabilidad de nuestra generación es recuperar esa esencia y proyectarla hacia el futuro.