Verificar antes de publicar es indispensable

No divulgues noticias falsas, sin antes checar su veracidad

Salvador Reding Vidaña

Una queja cada vez mayor en las comunicaciones, sean periodísticas, de noticieros y hasta de redes sociales y de encuentros personales, es encontrarse con que se han recibido noticias falsas. Quien descubre que lo que ha leído, visto o escuchado es falso se siente engañado y muchas veces sin saber si efectivamente fue intencionalmente engañado o que se trata de errores de información.

La desinformación puede tener en principio dos orígenes, el primero es que intencionalmente se difunda una mentira, un hecho que puede tener diferentes intenciones de parte de quienes inventan esa mentira, ninguna de ellas aceptable moralmente.

El otro origen es la desinformación sobre de un hecho o dicho de parte de quien lo publica. No hay intención de engañar, pues el propio comunicador cayó en un engaño, al dar por cierto algo dicho o hecho sin saber si es o no algo verdadero. En el fondo de estos casos está la falta de confirmación de que lo que se va a comunicar, ya sea al público en privado. Un buen amigo periodista sinaloense, Esteban Zamora Camacho decía en broma: “si tu madre te dice que te ama, ¡checa el dato!”.

En muchas ocasiones, la difusión de noticias falsas no verificadas puede resultar intrascendente, pero en otros casos puede tratarse de asuntos de mucha importancia, de gravedad. Por asuntos publicados sin verificación, en los que se acusa a personas de haber dicho o hecho cosas graves o hasta delictivas se han arruinado reputaciones de personas o instituciones, y lamentablemente las correcciones posteriores no aclaran la verdad, y al menos las personas quedan con la duda de que “a lo mejor era cierto”.

Lo peor, es que los casos en que personas sin mala fe pero descuidadas han publicado falsedades y luego se descubre la verdad no son capaces de volver a informar cuál era la verdad y que se equivocaron al publicar falsedades. El orgullo que no se tragan tras comunicar chismes y mentiras diversas.

Muchas veces, la propalación de mentiras que no fueron verificadas se debe a que quienes las difunden originalmente y quienes luego las replican, lo hacen por tratar de ser los primeros en informar, o bien porque por motivaciones meramente emocionales les gustaría que lo visto, escuchado o leído sea verdad.

La propalación de noticias falsas inunda al mundo constantemente. Un ejemplo son las noticias de la muerte de personas vivas porque eso es una noticia “sensacional” y que hay que pasarla de inmediato. El conocido escritor que firmaba como Mark Twain reclamó a un diario londinense el haberlo dado por muerto diciendo «Los informes sobre mi muerte han sido extremadamente exagerados». En una ocasión al premio Nobel mexicano Octavio Paz, muy enfermo de cáncer le pasó lo mismo, lo dieron por muerto, y él reclamó diciendo que al menos lo dejaran morir en paz. También “mataron” al Papa Emérito Benedicto XVI mientras estaba bien vivo en su casa en Italia.

A través de la historia personas han perdido desde sus bienes hasta su vida por chismes que les hacían responsables de hechos falsos. Chusmas furiosas lo han hecho demasiadas veces. Chismes creados respecto a enfermedades y pandemias han creado pánicos injustificados y causado problemas, por falsedades que corren rápidamente entre la población. Falsas amenazas de fenómenos naturales han causado problemas a comunidades enteras. Alarmas sobre cosas terribles que pasarán a causa de eclipses como otro ejemplo.

Circulan en redes sociales alarmas falsas sobre supuestos virus informáticos que borrarán de inmediato o robarán todo el contenido de un celular o una computadora, sin dar el origen de semejante amenaza, y con frase como ¡no lo abran! Y curiosamente todas las que he visto incluyen la frase de que “lo pasaron en la televisión”. Lo malo es que estas falsas alarmas desvían la atención de mensajes o aplicaciones informáticas que sí roban información personal, algo que sí publican empresas de prestigio de antivirus.

La moda está en lo que la llamada inteligencia artificial (IA) puede crear, además de excelentes informaciones, como falsas imágenes comprometedoras y videos completos que se ven como auténticos, para causar sensacionalismos o dañar reputaciones personales. Con ciertos datos, un programa de IA puede crear en segundos historias e informaciones pseudocientíficas hechas con intención de engañar, y que luego personas sorprendidas las propalan de inmediato sin intentar siquiera saber si son reales o ficticias. También la IA falsea información, hace poco busqué en Google una columna mía y en su IA me apareció información mía personal ¡falsa!

Cuando se recibe información de algún hecho o dicho no comprobado, cosas que sean sorprendentes por ejemplo, es de mínima decencia verificarlo antes de pasarlo más adelante. Hasta por simple amor propio no debe una persona dejarse engañar con noticias falsas, menos aún compartirlas. No hay que dejarse llevar por el inmediatismo de comunicar lo no verificado, o por el interés personal de que algo “debe de ser verdad”. Eso por parte de quien envía las noticias falsas, y por parte de quien las recibe y sabe o luego se entera de que lo que le dijeron o escribieron era falso debe decirlo sin rodeos a quien le envió esa noticia.

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Doctor en Economía, editorialista regiomontano y militante activo del PAN.