México en la intemperie y desprotegido: Juan José Rodríguez Prats

La presidente Claudia Sheinbaum declara ufana: “Ahora los tres poderes responden al pueblo”.

La historia se repite: he allí la comedia y el crimen de la historia. Nada aprenden los hombres. Cambian los tiempos, cambian los escenarios, cambian los nombres, las pasiones son las mismas
Carlos Fuentes (Terra Nostra)

Suele suceder que entre más se concentra el poder, más se debilita. La presidente Claudia Sheinbaum declara ufana: “Ahora los tres poderes responden al pueblo”. A mi juicio, la depredadora política de la 4T, en su perverso propósito de no darle continuidad a nada de lo concebido en gobiernos anteriores (aeropuerto de Texcoco, seguro popular, órganos autónomos, reforma educativa, horario de verano, servicio profesional de carrera, programa multidisciplinario para atacar la corrupción y un largo etcétera), también ha trastocado el Poder Ejecutivo federal como la pieza más importante de nuestro sistema político.

Desde nuestro origen como república, “el jefe de las instituciones nacionales” estaba revestido de una solemne investidura y se le ubicaba en la cúspide de nuestro ordenamiento jurídico fundamental en el artículo 80: “Se deposita el ejercicio del supremo Poder Ejecutivo de la Unión en un solo individuo que se denominará ‘Presidente de los Estados Unidos Mexicanos’.”

Ni Andrés Manuel López Obrador ni Claudia Sheinbaum Pardo asumieron esa responsabilidad. Su desempeño ha sido (y es) la de actuar como jefes de una facción llamada movimiento o partido. No están (como debieran) por encima de la contienda política. Sus declaraciones reflejan su pertenencia a una de las posiciones en que se ha polarizado la vida pública. Ni en los tiempos del viejo PRI se había manifestado tanta parcialidad.

Esta obstinada actitud de demoler la institucionalidad no es nueva. Uno de los más preclaros pensadores anarquistas (Mijail Bakunin) lo decía de manera contundente: “Los verdaderos revolucionarios serían aquellos que destruyeran el viejo mundo”. Consideraba que la pasión por la destrucción también es creadora. Aunque con otra filosofía política, el marxismo-leninismo compartía esa tesis de “volar el mundo entero a pedazos”.

En los últimos siete años se ha actuado de acuerdo con esta idiosincrasia, sin el más mínimo intento de reemplazar lo desechado. En otras palabras, suprimir e improvisar. El resultado ha sido un evidente deterioro en el otorgamiento de servicios públicos.

El mantenimiento, en todas las partidas presupuestales, ha sido disminuido. Mantener es conservar y, en estos tiempos, quien lo haga, incluso por elemental sentido común, es conservador y, por lo tanto, está proscrito y condenado al ostracismo.

Esa es la idea central para darle identidad a la oposición y así crear la anhelada alianza rumbo a las elecciones intermedias. Tradiciones, instituciones, civilidad, diálogo, leyes. Esas son las propuestas a conformar, esas son las coincidencias que en muchos episodios han unido a los mexicanos.

No es realista disentir con los que ven a nivel mundial, nacional y local, grandes amenazas. Lo peor sería adoptar una actitud de “sálvese quien pueda”, la forma más eficaz de detonar todavía más nuestros males.

Es rutina diagnosticar que estamos atravesando por un gran vacío político. Ya se perciben

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Abogado y político mexicano, a sido Senador de la República y Diputado Federal tres veces.