Lo que nos espera seguramente será una economía estancada, más aún si se reiteran las mismas políticas y prevalece la incertidumbre respecto a los aranceles.
Bien se dice que en donde se pone el dinero están las prioridades, y hoy mismo empezaremos a ver en dónde están para el gobierno de Claudia Sheinbaum. Hoy lunes se presenta a la Cámara de Diputados, a través de la Secretaría de Hacienda, el Paquete Económico para el próximo año.
A partir de mañana corre un periodo que tiene como fecha límite el 15 de noviembre para que el Presupuesto de Egresos se apruebe. Dada la mayoría inconstitucional con la que cuenta el bloque dominante —con la venia del Tribunal Electoral— esto podría suceder casi en cualquier momento. Los diputados morenistas y sus aliados están acostumbrados a ratificar toda iniciativa proveniente del Poder Ejecutivo sin lectura y sin modificación alguna; para muestra están las reformas constitucionales y legales que aprobaron entre septiembre y noviembre del año pasado, incluida la transfiguración del Poder Judicial.
Lo único que puede retrasar esta validación de la propuesta presidencial, además de cumplir con las formalidades de la comparecencia de los distintos titulares de las dependencias del Ejecutivo federal, será una posible disputa por recursos marginales entre los gobiernos locales morenistas y grupos de interés de la “nueva mayoría”, ya que de un debate abierto sobre las prioridades nacionales ni hablamos.
El paquete económico considera cuatro elementos: los Criterios Generales de Política Económica, la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos de la Federación y la Miscelánea Fiscal.
Veamos uno por uno. Los Criterios Generales seguramente presentarán una proyección de crecimiento del 2 al 3%, al igual que los proyectados el año pasado. La realidad pone a cada quien en su lugar; el cierre para este 2025 estará lejos de esa pretensión (0.3) y lo que nos espera seguramente será una economía estancada, más aún si se reiteran las mismas políticas y prevalece la incertidumbre respecto a los aranceles y la renegociación del tratado comercial con Canadá y Estados Unidos.
Seguramente los funcionarios públicos que comparezcan ante los diputados repetirán el eslogan de “vamos bien y vamos a ir mejor” que pronunció la Dra. Sheinbaum el lunes pasado.
Por lo que hace a los ingresos, el panorama es muy claro: no incrementar impuestos y, a cambio de ello, combatir la evasión fiscal. ¿Cómo hacerlo en una economía en la que la informalidad crece? Por otra parte, se ha anunciado la eliminación de la deducción fiscal para pagos del Fobaproa, incrementar la acometida contra la facturación falsa y ajustar las regulaciones al comercio exterior.
Sobre todo lo anterior, se anunció también una reforma a aduanas para hacer más eficientes los procedimientos y combatir desde ahí la evasión. Se ha filtrado que al respecto la Secretaría de Marina incrementará su responsabilidad en la administración de las aduanas en el país. Al respecto, cabe preguntar: ¿Y la corrupción? No se trata de una pregunta al aire; la reciente detención del vicealmirante Manuel Roberto Farías, responsable de la zona naval en Puerto Vallarta, pone en duda la transparencia de esa dependencia. Duro golpe a la credibilidad de la Armada.
Lo hemos dicho en múltiples ocasiones: la sobreexposición de las Fuerzas Armadas, sea la Sedena o la Semar, al dárseles responsabilidades más allá de sus atribuciones y capacidades, las expone al mercado negro y con ello el país pierde la última instancia de contención. La militarización del país avanza y en ello las instituciones militares se juegan su propio prestigio y se resta paso a la necesaria civilidad de cualquier sociedad democrática.
Vayamos a los egresos. Si se sigue el espejo de este año, el panorama no es el mejor. En el año que corre, la inversión pública disminuye para atender la deuda de sus paraestatales (Pemex y CFE), el déficit heredado de la administración de López Obrador y mantener el costo de los programas sociales. A todo lo anterior se sumará el incremento necesario para cubrir las pensiones. De manera tal que es difícil que, ante una economía estancada, se pueda hacer uso del recurso público como palanca para impulsar la economía nacional y para generar la infraestructura necesaria para el crecimiento que el país requiere y la competencia internacional demanda. La generación y transmisión de electricidad, así como la modernización del transporte y los puertos, seguirán esperando su oportunidad y el país continuará perdiendo competitividad.
Pero lo más grave es que el futuro de México se ensombrece si consideramos que la viabilidad y riqueza de un país están en su gente. En las condiciones antes descritas es difícil pensar que se invierta en educación, capacitación y salud, y en todo caso solo es de esperarse que el deterioro continúe y el secretario de Educación siga negociando “la paz” sindical a costa de la calidad educativa. Los datos de reprobación y deserción así lo indican.
De la Miscelánea Fiscal ya lo apuntamos antes, al parecer ningún cambio.
Todo indica que la apuesta económica está en una buena negociación del tratado comercial, aunque esto implique el desvanecimiento de la posibilidad de una región comercial de América del Norte para volver a negociaciones bilaterales desiguales. La muestra al respecto está en la reciente visita del secretario de Estado de los EU, sobre la cual había grandes expectativas en relación a la firma de un tratado de gran importancia, y todo quedó en la formalidad de un cortés comunicado de lugares comunes.
Lo que sí queda claro es que el señor Marco Rubio no venía solo a forzar un acuerdo para un combate bilateral al crimen organizado y a frenar la colusión de funcionarios mexicanos en esa materia, sino que, además, contó con un arma muy importante a su favor: la economía. ¡Sí, estúpido, la economía! Como lo tenían claro y lo hicieron expreso Clinton y su equipo.
Como escribimos la semana pasada, no habrá sorpresas y la continuidad se impone, aunque las necesidades y causas sociales reclamen otro derrotero.