octubre 16, 2025

Hay peleas que peleamos defendiendo causas muertas

Cuántos proyectos y oportunidades se pierden por falta del correcto sentido de ubicación del tomador de decisiones,

Peleas sin razón

Leopoldo Espinosa B

Virtud mayor del ser humano es la ubicación, que no es tan común como se piensa. Cuántos proyectos y oportunidades se pierden por falta del correcto sentido de ubicación del tomador de decisiones, caminando por rumbos errados en base a percepciones desatinadas.

Es importante que todos los que toman decisiones relevantes estén bien ubicados, con información actualizada, despojándose del ropaje de eruditos, y consulten a expertos.

En no pocas veces me he sorprendido peleando batallas obsoletas.

Esto viene a cuento porque tropecé con una de las muchas historias de la Segunda Guerra Mundial, en la que un soldado no sabía que la guerra había acabado, y él seguía luchando.

El último soldado japonés de la Segunda Guerra Mundial que se rindió fue Hiroo Onoda (1922-2014), quien bajó su fusil hasta el año de 1974.

Él había sido enviado a la isla filipina de Lubang desde diciembre de 1944, a esperar que los norteamericanos llegaran para atacarlos con ataques furtivos.

Por años combatió en guerrilla a los norteamericanos hasta que sus compañeros fueron muriendo y se quedó solo y escondido, pero con su fusil cargado.

En 1974 fue encontrado por un joven japonés que le explicó que la guerra había terminado pero Onoda le dijo que no lo aceptaba hasta que su jefe o superior, que lo había enviado a su misión se lo dijera.

Casualmente ese señor aún vivía y trabajaba de librero cuando le dijeron de qué se trataba y lo llevaron a la isla, habló con su antiguo subalterno.

Tras el encuentro de ambos, Onoda quedó satisfecho y bajó su fusil. Regresó al Japón donde lo recibieron como héroe, y en esa condición estuvo -siendo el último nipón en rendirse-, hasta su muerte el año de 2014.

La moraleja de esta historia nipona es que siempre debemos estar bien ubicados para saber si las batallas que libramos aún siguen vigentes, por más presentimientos contrarios que tengamos.

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