¿En verdad estamos orgullosos de nuestro “nuevo” Poder Judicial?
Se puede consultar material de investigación de sobra de los últimos meses que da cuenta que en esta importantísima función del Estado se inició su “transformación” sin un verdadero diagnóstico público objetivo que diera lugar a procedimientos jurisdiccionales profesionales, sólo meras presunciones y subjetivismos.
Le siguió una reforma judicial constitucional elaborada en forma improvisada y deficiente. El proceso de preselección de candidatos estuvo plagado de errores y contradicciones. Finalmente, el proceso electoral estuvo inducido por el fraude de los acordeones y hubo escasa participación ciudadana que verdaderamente les proporcionara una fuerte legitimidad de origen.
A partir de ahora, la actuación y desempeño de las “nuevas” personas juzgadoras se deberá evaluar conforme a los criterios de un régimen constitucional democrático, a la par de que cumplan con los objetivos declarados en todos los compromisos públicos que se hicieron desde que se criticaba al “antiguo” Poder Judicial federal.
Esperemos que superen el discurso trillado de disminuir los salarios a lo que estrictamente gana el Ejecutivo Federal, puesto que este debate ya estaba superado cuando se estableció que para fijar su salario, habría que tomar en consideración lo que el erario público paga por sus desayunos, comidas y cenas no oficiales, a menos que la persona demuestre que las paga de su propio sueldo, como lo hace cualquiera de los servidores públicos.
Además de lo que también el erario público paga por los servicios de mantenimiento, luz, agua, teléfono, predial, entre otros servicios de donde habita en Palacio Nacional, al igual que lo hacen todos los servidores públicos con su sueldo, respecto de donde habitan. Además de lo que se paga por los traslados a sus actividades privadas, tal como lo hace cualquier servidor público con cargo a su sueldo, entre muchas otras cuestiones.
Ya observaremos las sesiones públicas en las que las y los Ministros de la Corte esperemos discutan con argumentos jurídicos los litigios que deberán resolver, así como sus sentencias. Además de publicitar los procesos de contratación y, en su caso, promociones, del personal jurisdiccional, en el que deberán de tomar en consideración al servicio profesional de carrera que existe en los poderes judiciales federal y locales, además del resto de las contrataciones públicas.
Si nuestro sistema de salud mexicano ya está a la altura del de Dinamarca. Ahora, ¿con cuál país del mundo occidental de avanzada nos vamos a comparar en cuanto a nuestro Poder Judicial? No habría que olvidar que la mayoría de nuestras instituciones públicas no surgieron por generación espontánea en nuestro país.
Si nuestro sistema de salud mexicano ya está a la altura del de Dinamarca. Ahora, ¿con cuál país del mundo occidental de avanzada nos vamos a comparar en cuanto a nuestro Poder Judicial? No habría que olvidar que la mayoría de nuestras instituciones públicas no surgieron por generación espontánea en nuestro país.
Por ejemplo, la idea del federalismo se concretiza en el Congreso Constituyente de los Estados Unidos de Norteamérica, que sirvió de inspiración a nuestro país para aplicarla en nuestro propio orden constitucional. Otra de las ideas de más relevancia fue sin duda alguna la división de poderes.
Al respecto, una vez aprobada la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, se encargó a James Madison y Alexander Hamilton una serie de artículos que explicaron diversos temas que figuraron en dicha Constitución de manera inédita, con la finalidad de explicarlas a la sociedad y, en particular, promover la aprobación dicha norma fundamental. Tales artículos fueron reunidos en una obra maestra denominada El Federalista1. La cual fue una obra básica de consulta por los grandes pensadores de nuestro país y les sirvió de inspiración para establecer las disposiciones jurídicas que son el antecedente de nuestra Carga Magna.
Es por ello que hablar de la imparcialidad judicial no significa una mera moda fifí inventada en los gobiernos que les sirve para justificarse reiteradamente. Sino que forma parte del fruto del estudio de grandes pensadores, además de una realidad histórica, como la dictadura en la que una persona reunía el poder de decisión no sólo en el ámbito de la Administración Pública, sino también en el legislativo e, incluso, en las decisiones ahora conocidas como “jurisdiccionales”.
Todos sabemos que los nuevos Ministros le deben su cargo a “ya saben quien”, sin embargo, deseamos que se legitimen en su ejercicio, aunque, no esperamos demasiado.