octubre 15, 2025

Populismo con crecimiento en La India

Bajo el liderazgo de Narendra Modi, India ha demostrado que es posible gobernar con legitimidad popular sin sacrificar la eficiencia económica ni espantar la inversión privada.

India ha pasado del 12 al quinto lugar en el ranking mundial del PIB entre 2004 y 2023

En un mundo donde el populismo suele traducirse en controles, regulaciones, fuga de capitales y estancamiento, India ha logrado una hazaña que desafía los paradigmas tradicionales: combinar un liderazgo nacionalista y popular con una política económica promercado que ha catapultado al país a la cima del crecimiento global.

Bajo el liderazgo de Narendra Modi, India ha demostrado que es posible gobernar con legitimidad popular sin sacrificar la eficiencia económica ni espantar la inversión privada. Desde 2014, el Gobierno indio ha impulsado una serie de reformas estructurales que han transformado su economía. Iniciativas como «Make in India» y «Digital India» no solo han incentivado la manufactura y la digitalización, sino que han convertido al país en un imán para la relocalización de empresas que buscan alternativas a China.

La reducción del impuesto sobre la renta del 30 al 15 por ciento para nuevas industrias, la implementación del GST (un impuesto nacional al consumo que simplificó el sistema fiscal) y los esquemas de incentivos vinculados a la producción (PLIs) son ejemplos de cómo una visión estratégica puede traducirse en resultados tangibles.

El impacto es innegable. India ha pasado del 12 al quinto lugar en el ranking mundial del PIB entre 2004 y 2023. Según el ex gobernador del Banco Central de la India Raghuram Rajan, «la digitalización ha sido clave para ampliar la base tributaria, facilitar el acceso al crédito y formalizar la economía». Más de 500 millones de personas han sido bancarizadas gracias al sistema Aadhaar y la plataforma de pagos UPI, lo que ha dinamizado el consumo interno y fortalecido el mercado doméstico.


Lo más sorprendente es que este impulso no ha requerido un gasto público desbordado. Los apoyos directos a empresas representan apenas entre el 0.7 y el 1 por ciento del PIB, pero se complementan con inversiones en infraestructura, energía, conectividad y reformas regulatorias que multiplican su impacto. Como señala el economista Arvind Subramanian, «India ha logrado atraer inversión no por regalar dinero, sino por ofrecer certeza jurídica, escala y una visión de largo plazo».

Este modelo contrasta de forma dolorosa con las políticas en nuestro país. Aquí, el discurso popular ha sido utilizado como coartada para justificar decisiones improvisadas, recortes a la inversión pública y una peligrosa polarización social. En lugar de construir un entorno propicio para la inversión, se ha optado por confrontar al sector privado, imponer impuestos irracionales y ejecutar o cancelar proyectos sin sustento técnico.

El caso de Nuevo León es paradigmático. Aunque es el segundo Estado con mayor inversión privada en 2025 -más de 2 mil 489 millones de dólares y 44 mil empleos generados- la falta de una planeación socioeconómica integral amenaza con convertir este auge en una oportunidad desperdiciada. La llegada del Mundial 2026, con Monterrey como sede, ha detonado obras públicas: nuevas líneas de Metro, camiones y parques.

Pero ¿cuánto responde esta inversión a una estrategia de desarrollo sostenible y cuánto es simple maquillaje para el escaparate mundialista? La experiencia india recuerda que el crecimiento real no se logra con eventos espectaculares ni discursos grandilocuentes, sino con políticas consistentes, reglas claras y una visión de país que trascienda el ciclo electoral.

México debe entender que los resultados pesan más que las ideologías. No basta con gobernar para encuestas o redes sociales. Se requiere un liderazgo que, como el de Modi, combine narrativa popular con disciplina y respeto por la economía. Que entienda que la inversión no se decreta, se construye con paciencia, reglas e incentivos claros. Que el nearshoring no es moda, sino una oportunidad histórica que exige infraestructura, seguridad jurídica y capital humano.

Si no corregimos el rumbo, el Mundial 2026 será solo una postal bonita en medio de una economía estancada. Mientras India se prepara para ser la tercera economía mundial, México seguirá atrapado en el espejismo de un populismo que promete mucho, pero entrega poco.

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