Trump: El Presidente de la Impunidad

Trump camina en la cuerda floja de la impunidad y se rie

De indultar a insurrectos violentos y agresores sexuales, a castigar fiscales honestos y premiar a funcionarios corruptos cómo Donald Trump convirtió la clemencia presidencial en un arma política y la violencia en un mérito de lealtad. En la América post-Trump, la lealtad política parece valer más que la ley. Indultos masivos a insurrectos del Capitolio, perdones a funcionarios que incitaron a la violencia, y castigos a fiscales que cumplieron su deber pintan un panorama donde la moral pública se subordina al poder

Perdón masivo a los insurrectos del 6 de enero

El 20 de enero de 2025, Donald Trump concedió indultos a más de 1,500 personas involucradas en el asalto al Capitolio. Entre ellas, 14 líderes de milicias extremistas como Stewart Rhodes (Oath Keepers) y Enrique Tarrio (Proud Boys), condenados por conspiración sediciosa.

No faltaron casos de violencia directa contra agentes de la ley: David Dempsey, condenado a 20 años por pisotear policías; Peter Schwartz, sentenciado a 14 años por agredir con sillas; y DJ Rodríguez, que usó un “taser” (un arma de electrochoque diseñada para inmovilizar temporalmente a una persona mediante descargas eléctricas) contra un oficial. Incluso el “QAnon Shaman” celebró en redes: “I JUST GOT A PARDON BABY!”.

Por supuesto que esto tiene un dañino impacto ético al enviar el mensaje de que la violencia política puede ser perdonada si se cuenta con el respaldo de un presidente que erosiona el Estado de derecho.

El agente que gritó “mátalos” y volvió al poder

Jared Wise, exagente del FBI y asesor del Departamento de Justicia, fue grabado incitando a la multitud a atacar a la policía. Tras ser acusado penalmente, recibió el perdón de Trump y fue nombrado Director de investigaciones internas en el DOJ (Departamento de Justicia).

Como en los casos anteriores se premia a un funcionario que incitó a la violencia contra sus colegas degradando los estándares de integridad del servicio público.

Fiscales castigados por hacer justicia

Mike Gordon, fiscal federal que encabezaba casos clave del 6 de enero, fue despedido después del indulto masivo. Reconocido por su integridad, su salida se interpreta como una represalia política. Nuevamente, esta represalia de despedir a fiscales por aplicar la ley socava la independencia judicial y somete la justicia a intereses partidistas.

Jueces y expertos alertan sobre abuso de poder

Juristas califican estos indultos como abuso de poder y “premios a cómplices de un intento de golpe de Estado”. El juez federal Royce Lamberth advirtió que no recuerda “justificaciones tan carentes de mérito” para actos criminales. El desprecio por lo ético, y dignidad profesional es como una plaga en la administración de un presidente que distorsiona el razonamiento jurídico, debilita la confianza en el sistema judicial y desmorona la imparcialidad que debe sustentar a la democracia.

Más allá del Capitolio: la clemencia selectiva

Trump también indultó a Ross Ulbricht, creador del mercado ilícito Silk Road, y la congresista Marjorie Taylor Greene ha solicitado clemencia para George Santos, condenado por fraude después de un juicio político que lo obligó a renunciar a su puesto en el Congreso.Normalizar la clemencia política para aliados cuestionables perpetúa la idea de que la lealtad partidista es un salvoconducto.

Trump: una trayectoria marcada por la agresión y el abuso del poder

La política de indultos de Trump no es un hecho aislado, sino la prolongación de un patrón de conducta forjado a lo largo de décadas.

En su vida personal y empresarial, Trump ha sido señalado por violencia verbal, humillaciones públicas y ataques sistemáticos contra opositores y críticos. Numerosas mujeres lo han acusado de agresión sexual, casos que él ha negado pero que forman parte de una larga lista de demandas y acuerdos extrajudiciales.

En el plano corporativo, usó con frecuencia demandas estratégicas (SLAPP suits) para asfixiar financieramente a adversarios, así como procedimientos judiciales para intimidar a periodistas, exsocios y extrabajadores.

Ya en la política, trasladó esa misma estrategia de confrontación al escenario nacional: insultos personales desde la tribuna presidencial, amenazas a medios, presiones a jueces y fiscales, y el uso del aparato del Estado como arma contra quienes considera enemigos. Su legado combina violencia retórica, presión legal selectiva y un culto a la lealtad personal por encima de la ley, lo que convierte a los indultos a insurrectos y aliados en un acto coherente con su forma de ejercer el poder.

Los Republicanos Frente a la Historia

La práctica sistemática de indultar a aliados, incluso violentos o corruptos, socava los pilares del servicio público y la moral democrática. En la era Trump, la impunidad no es un error: es una estrategia. Y el mensaje es claro: si eres leal, no importa qué hayas hecho, siempre habrá un perdón esperando.

El caso “Trump” como fenómeno político constituye un capítulo oscuro en la historia de esta nación. Pero tan cuestionables como su figura son sus seguidores más fanáticos y los líderes republicanos que, al permitir su impunidad y no exigirle rendición de cuentas, se condenan a sí mismos a una cita aún más amarga con la historia.

La ética, la moral, los valores y los principios que sustentan el servicio público —y que deberían inspirar la conducta humana en general— pueden estar hoy desprestigiados, pero no desaparecerán de la civilización. La historia nos demuestra que los dictadores y los gobiernos que dan la espalda a esos principios, tarde o temprano, se derrumban con estrépito.

Ese derrumbe, cuando llegue, abrirá inevitablemente el camino para que lo ético y lo moral vuelvan a ocupar el lugar que nunca debieron perder en la vida pública. Porque ninguna nación puede sostenerse indefinidamente sobre la impunidad, la mentira y el desprecio por los valores que garantizan su propia supervivencia.

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