Durante las últimas semanas, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha entrado en una nueva fase de tensión y violencia, con ataques aéreos masivos, ofensivas con drones y un creciente cruce de represalias que se extienden incluso fuera del frente principal.
El 20 de septiembre de 2025, Rusia lanzó uno de sus ataques más grandes del año contra territorio ucraniano, empleando más de 80 misiles y drones sobre al menos nueve regiones, incluyendo Kiev, Dnipropetrovsk, Odesa, Mykolaiv y Kharkiv. El saldo inicial fue de tres muertos y más de 38 heridos, varios de ellos en edificios residenciales impactados directamente. Las Fuerzas Armadas de Ucrania reportaron la intercepción de 65 objetivos aéreos, pero los daños a infraestructuras civiles y eléctricas fueron severos.
En respuesta, Ucrania intensificó el uso de drones de largo alcance contra objetivos estratégicos en Rusia. El 22 de septiembre, un ataque ucraniano alcanzó la refinería Kirishi, en la región rusa de Leningrado, provocando incendios en instalaciones petroleras. Días antes, otro dron impactó una central energética en Samara, afectando el suministro regional. Estas operaciones han sido atribuidas por analistas a los servicios de inteligencia militar ucranianos, bajo supervisión del general Kyrylo Budanov.
Al mismo tiempo, los combates en tierra se mantienen especialmente intensos en Donetsk y en la frontera con la región rusa de Belgorod, donde se reportaron múltiples bajas civiles. El 16 de septiembre, un ataque ucraniano en Belgorod causó la muerte de dos personas, mientras que bombardeos rusos mataron a un civil en Donetsk.
En el frente diplomático, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy sostuvo reuniones en la ONU con líderes europeos y del bloque del G7, solicitando mayor presión económica sobre Moscú y el fortalecimiento de los sistemas antiaéreos. Zelenskyy también denunció que Rusia habría contratado a más de 20,000 combatientes cubanos como mercenarios, según informes de inteligencia.
A nivel interno, el Kremlin, encabezado por Vladimir Putin, mantiene una postura desafiante. En declaraciones recientes, advirtió que cualquier fuerza extranjera desplegada en Ucrania será considerada un “objetivo legítimo”. Mientras tanto, las denuncias por represión dentro de Rusia aumentan: opositores, periodistas y civiles están siendo procesados bajo leyes militares por manifestarse contra la guerra.
A casi tres años del inicio de la invasión, el conflicto se recrudece, sin señales claras de negociación ni de alto al fuego, y con un costo humano y material que no deja de crecer.