«El Pentágono parece casi confirmar mi artículo sobre sus preparativos para ataques a los cárteles de Sinaloa y el CJNG: afirma el periodista Ken Klippenstein».
Ken Klippenstein es un reportero de investigación con sede en D.C. que se centra en la seguridad nacional. También es un ávido solicitante de la Ley de Libertad de Información. Fue corresponsal en D.C. de The Nation.
El reportero señala que la administración Trump ha emitido una orden de secreta dirigiendo al ejército de EE. UU. a preparar ataques letales contra los carteles mexicanos, informa el periodista de investigación Ken Klippenstein.
La orden de planificación encarga al Comando Norte que esté listo con planes de ataque para mediados de septiembre, con paquetes de objetivos centrados en los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
Los ataques podrían incluir ataques de drones y aéreos o redadas de “acción directa” por fuerzas especiales.
Funcionarios militares dicen que las operaciones podrían ser unilaterales, sin la aprobación de México, lo que representa un drástico cambio con respecto a la práctica pasada, cuando cualquier actividad de EE. UU. dentro de México estaba limitada a misiones encubiertas de la CIA o JSOC realizadas en silencio para evitar choques con la soberanía mexicana.
Este movimiento sigue a la designación de Trump de los carteles como terroristas y su impulso por tratar el tráfico de fentanilo como una “invasión” que amenaza la soberanía de EE. UU.
El ejército estadounidense ha estado elaborando en privado planes para llevar a cabo ataques contra los cárteles de la droga en México que podrían estar listos en septiembre, según afirma un nuevo e impactante informe.
La administración Trump solicitó que los militares preparen opciones de «ataque letal» contra objetivos de los cárteles dentro de México, revelaron tres fuentes militares al periodista de investigación Ken Kippenstein.
El objetivo es neutralizar a las organizaciones criminales transnacionales tratándolas como grupos terroristas, tal como lo definió Trump en una de sus primeras órdenes ejecutivas. El plan se enmarca en la creciente presión interna por la crisis del fentanilo, que ya dejó más de 225.000 muertos en EE.UU. en los últimos tres años.