Aminadab Pérez Franco miembro del Consejo de Plumas Azules
Durante varias décadas, México construyó lentamente una democracia cuya constante fueron las reformas políticas acordadas entre los gobiernos en turno y las oposiciones. A partir de 1977 y hasta 2013, todos los cambios al sistema electoral fueron ejercicios plurales con el concurso de muchas voces. Pero esa costumbre democrática, al parecer, ya es historia.
Hoy, el régimen morenista nos anuncia que su reforma la harán por sí solos, sin contemplar siquiera las voces o las propuestas ajenas a su grupo o sus intereses. Tenemos que remontarnos hasta la reforma política impulsada por Manuel Ávila Camacho en 1946, aquella que estableció la hegemonía del PRI y el control de las elecciones por el gobierno, para encontrar una postura unilateral del poder para asegurarse por la vía electoral el monopolio oficial de acceso a los cargos públicos.
La colección de destructores de la democracia que integran la Comisión para la Reforma Electoral encabezada por Pablo Gómez, no deja ni lugar a dudas ni esperanza alguna para las voluntades libres: Pablo, el líder histórico del comunismo; Rosa Icela, la cancerbera de Andrés Manuel; Pepe, el censor y espía; Ernestina, la inventora de delitos; Lázaro, el heredero del mito; Jesús, el propagandista y operador de la represión digital; Arturo, el destructor del Poder Judicial.
Tan clara es la señal, que otro viejo mañoso de la dictadura vigente, Ricardo Monreal, no soportó su ausencia del “Dream Team” de la tiranía, y se vio obligado a declarar, no sabemos si por despecho u oportunismo o por ambos, que la maldita reforma tendrá que pasar por el Congreso, para que no olviden que él también será parte del festín de los gusanos quienes darán cuenta del cadáver de la democracia.
La fantasía del despotismo nos anticipa que se asegurará que la dictadura morenista reviva las viejas glorias del priísmo invencible.
Si sobrevive el INE será bajo control absoluto del gobierno para que no pierda el partido del gobierno; si es que dejan algo de representación proporcional no será con plurinominales; si le dejan prerrogativas a los partidos políticos serán migajas; si cambian la geografía electoral o la estructura de la representación será para garantizarle al oficialismo mayorías por encima del porcentaje de votos obtenidos en las urnas, o sea, sobrerepresentación eterna para los que se creen albaceas de la voluntad del pueblo; y todo ello salvaguardado con autoridades electorales y tribunales colonizados por agentes incondicionales del régimen para asegurar todo aquello que sea necesario para que MORENA nunca pierda.
Y no, no nos van a desmentir con una reforma que democratice, que tolere, que incluya. No, no van a perder la oportunidad de legislar la dictadura. Si, si se van a asegurar de aplastar a la oposición y a la disidencia. Mal venidos todos a nueva era mexicana: ha llegado para mal la kakistocracia incuestionable.