octubre 31, 2025
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Equilibrio entre satisfacción estudiantil y rentabilidad

Aunque la educación no garantiza un futuro profesional exitoso, sí perfecciona las habilidades que el mercado laboral demanda para convertirse en un activo valioso, al igual que también ofrece el conocimiento necesario para iniciar un emprendimiento con mayores probabilidades de éxito; más del 70% de los empleos profesionales requieren un título universitario. A través del tiempo ha aumentado el nivel de especialización promedio requerido para ser competente en el gremio empresarial, décadas atrás no era tan necesaria una especialización, los conocimientos de la preparatoria eran suficientes para acumular capital, pero ha ido en ascenso la tasa de personas con grado de licenciatura, actualmente la maestría es requerida en muchas instituciones para puestos gerenciales y la cantidad de doctorados va en ascenso, no solo por una mayor población, sino por la decisión de especializarse más ante la competencia laboral. Para que se logre satisfacer la demanda estudiantil universitaria, hay diferentes tipos de modelos educativos, el que es financiado por el Estado, y el que tiene fines de lucro, aunque ambos tienen como misión la formación de futuros profesionistas, sus fuentes de financiamiento son muy distintas.

La desigualdad en un país, los empleos formales e informales, la acumulación de capital por familia, y el grado de especialización laboral, son algunos factores que contribuyen a la diferenciación de bienes que se ofertan y demandan por zonas geográficas, entre ellos uno de los más cotizados es el servicio de la educación, habiendo múltiples instituciones educativas. Según el Perfil Estadístico del Sistema Nacional de Educación Superior (2024), en México hay un total de 4,336 universidades de las cuales 1,078 son públicas y 3,258 son privadas, el primer grupo siendo financiado por el gobierno y parte del alumnado, mientras que el segundo está fundado en base al capital privado, pago de matrículas y donaciones. 

Las universidades públicas son entidades con apartados en la ley de egresos federal y de algunos estados, por lo que tienen asignado un gasto programado proveniente del erario, estos recursos públicos son invertidos en la educación, por lo que el costo que los alumnos tienen que pagar por semestre está subsidiado, por ejemplo, en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), en promedio por cuota de rectoría y cuota de cada facultad, se paga $6,000 semestral, o en la Universidad Autónoma de México (UNAM) cuyo costo es nulo y solo se da simbólicamente $1; estas universidades contrastan con las privadas,  donde sin beca y con carga completa, una de las universidades más caras de México en 2025, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), tiene un precio de $170,000 semestral. El diferencial de estos costos es por el tipo de financiamiento institucional, calidad de instalaciones, cualificación docente, convenios empresariales y prestigio.

Hay un amplio margen entre los precios de cada plantel, a pesar de que son instituciones dedicadas al estudio y formación profesional que a largo plazo contribuyen al crecimiento del capital humano, esto no exime que necesite de recursos para su operación, teniendo que encontrar el equilibrio entre un buen nivel educativo y la rentabilidad para seguir a flote. Las universidades son un negocio cuyo anhelo por el lucro puede afectar la calidad que se imparte, los malestares estudiantiles provienen de descuidar la calidad de enseñanza, instalaciones que no satisfacen la demanda ni justifican el pago de matrícula, planes de estudio que no están a la altura para una buena formación, etc.; estos factores afectan la rotación del alumnado, que aunque existan amplias barreras de salida como el costo del tiempo e inversión ya realizada, no siempre una insatisfacción académica equivale a darse de baja. Es importante contemplar la inscripción y baja de alumnos como riesgos operativos porque cuando tu operación depende en gran parte de los recursos provenientes de tus clientes, se vuelve sensible la elasticidad calidad-demanda que ofrecen los planteles educativos.

Las universidades públicas son más accesibles desde el punto de vista económico, la diferencia de precios con su contraparte privada puede ser de hasta 1,500% o incluso infinitesimal para las matrículas gratuitas, haciendo que las barreras de salida incrementen, porque aparte de afrontar la decisión de abandonar en un punto avanzado de la carrera, sacrificando tiempo y dinero, parte del alumnado no se puede dar el lujo de volver a empezar su educación desde cero; aunque en realidad puede ocurrir frecuentemente así como pasa con el fenómeno de la demanda inducida en las calles: para no sufrir por tráfico ante la ineficiencia del transporte público y mala calidad vial, personas que no poseen un vehículo podrían adquirirlo por medio de préstamos difíciles de hacer frente, cosa que no ocurriría si los traslados en transporte público fueran más eficientes; es así como alumnos de universidades públicas pueden cambiar de institución a pesar de tener que incurrir a un costo que sea complicado de sobrellevar en planteles privados, en 2022 la tasa de abandono escolar en educación superior de México fue de 8%, es decir 8 de cada 100 alumnos se dieron de baja en cualquiera de los semestres antes de concluir.

Un negocio trata de acoplar la mejor atención al cliente junto con la rentabilidad organizacional, las escuelas no son ajenas a este modelo, pero pueden generar dilemas éticos como:

  • Incorporar la mayor cantidad de alumnos por el pago inicial de matrícula, para después filtrar cuántos pasan por semestre ante la escasez de instalaciones.
  • Mantener al alumno lo suficientemente satisfecho para que siga inscrito, a costa de no brindar una educación de calidad retadora por riesgo de bajas.
  • Asignar mayores cargas laborales a los docentes en espacios que no cumplen con condiciones de enseñanza, con ánimos de minimizar costos.

Poner una etiqueta de precio en bienes y servicios que son vitales para vivir, o en este caso para vivir mejor, pone las bases para hacer negocio de algo que tendría que ser derecho de todos en igualdad de condiciones, mejorar está en cada uno, pero sería más sencillo alcanzar la meta con oportunidades equitativas.

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