La democracia mexicana ha sido arrasada por la regresión autoritaria, operada por la maquinaria del Estado, secuestrado por una facción con ideología de dominación total sobre la sociedad. Ante esto ¿cuál es la responsabilidad del Partido Acción Nacional?
Conoce más en este interesante de artículo de Luis Felipe Bravo Mena, disponible aquí: https://bit.ly/3IVjULZ
Protagonismo democrático de Acción
Nacional en la historia de México
El Partido Acción Nacional celebra su 86º
aniversario este mes de septiembre. Su
actuación en el escenario histórico-político
mexicano, como la organización ciudadana
que logró constituirse en una fuerza clave,
para lograr la transición pacífica del sistema
autocrático posrevolucionario a un régimen
democrático, le otorga, sin duda, el derecho
legítimo de ser reconocido como un actor
fundamental en la modernización política
del país.
Esa gesta le impone una nueva misión.
La democracia mexicana ha sido arrasada
por la regresión autoritaria, operada por la
maquinaria del Estado, secuestrado por una
facción con ideología de dominación total
sobre la sociedad. El PAN se encuentra ante
una responsabilidad inescapable, congruente
con su historia. Su nuevo cometido no puede
ser otro que la reedificación de la República
democrática, sobre nuevas bases de justicia
y equidad social.
En 1939, los fundadores de Acción
Nacional llamaron a las mexicanas y
mexicanos a formar parte de una organización
política con vocación de permanencia. Se
negaron, terminantemente, desde el momento
mismo de la asamblea constitutiva, a crear
una agrupación electorera, útil para encumbrar
caudillos y a sus incondicionales al poder,
sin fundamentos éticos ni visión histórica con
el único propósito hacer del gobierno un
negocio personal.
Quienes se sumaron al llamado primigenio
de Acción Nacional, se propusieron edificar
una institución fundada en valores, con
principios y programa. Dadas las condiciones
imperantes –entonces y ahora– de atraso
social, salvajismo político y analfabetismo
cívico, el naciente partido asumió una función
cultural y educativa, para formar ciudadanos
libres, responsables y participativos; exigentes
de sus derechos e igualmente puntuales en el
cumplimiento de sus deberes. Entendieron
que solo así se podría edificar “una patria
ordenada y generosa”.
Por ello, los pioneros del PAN tuvieron
grabado en su corazón y en su mente que la
tarea que se habían echado a cuesta era una
“brega de eternidad”, que el éxito de su
proyecto de nación requería que las mexicanas
y a los mexicanos dejaran de ser simples
habitantes del territorio y asumieran su
condición de ciudadanos. Fueron conscientes
que tan altos propósitos no se alcanzarían en
el corto plazo, ni esperaban que ocurriera por
milagro electoral.
Adoptaron una estrategia de largo plazo
para la transformación humanista de México.
La realidad la imponía, porque el país se
encontraba desgarrado, luego de una
revolución popular traicionada por la clase
política autoritaria, estatista y voraz. Lo tuvieron
claro; lograr el objetivo superior implicaba
recorrer una doble vía: la tarea cultural e
ingresar al terreno de la batalla electoral.
Presentar candidatos para competir contra
los personeros de “la dictadura perfecta”, –como la caracterizó décadas después
Vargas Llosa– sabedores de que enfrentarían
a un partido de Estado y les serían
desconocidos los triunfos que pudieran
obtener, no fue ingenuidad ni comparsa,
cumplía con las premisas necesarias para
lograr el cambio.
Las
campañas electorales panistas
contenían los siguientes elementos: 1. Resistir
al régimen, legal y pacíficamente. 2. Denunciar
con valentía sus abusos. 3. Proclamar verdad
en las plazas públicas. 4. Dar testimonio de
ciudadanía, responsable e independiente. 5.
Aprovechar cualquier resquicio para fortalecer
la exigencia libertaria.
El himno del PAN lo canta: “¡Levantada
convicción de justicia y de verdad…! nuestra
lucha inspirará… ¡Libertad exigid!, ¡La nación
proclamad!… Los tiranos temblarán al oír
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nuestro pregón, una patria generosa y una
vida con honor”.
Podrá considerarse que esta proclama es
una evocación inválida para las condiciones
actuales de México. Sin embargo, son más
actuales que nunca, esta poesía, rebelde y
cívica, revela el talante insurrecto y la
consciencia del deber cívico-político que hoy
se requiere.
Eso le dio estilo al panismo; lo hizo
reconocible por su declarada sublevación
constructiva y su estoica e indomable
perseverancia. Así contagió y conquistó la
adhesión de millones de mexicanas y
mexicanos.
Esperar contra toda esperanza, levantarse
una y otra vez de los atropellos y los fraudes
electorales durante más de medio siglo, logró
lo que se antojaba imposible. Obtuvo la
victoria cultural, creó una robusta corriente de
opinión pública y alcanzó la victoria política
electoral.
Este ensayo se propone identificar algunos
periodos, procesos y liderazgos significativos
en la evolución de Acción Nacional. Destacaré
varios aspectos:
El doble desafío de hoy que compromete
su supervivencia: la declinación de sus
resultados electorales y el combate al
régimen dictatorial en marcha.
Su notable resiliencia
como
organización política; las adversidades
lo fortalecieron y las diversas crisis
internas por las que atravesó lo
renovaron.
• Su tenacidad en la lucha cívico
electoral lo posicionó como un
participante insustituible en la
construcción del régimen democrático.
• Los retos que hubo de afrontar cuando
desplazó al PRI de la Presencia de la
República. La delicada responsabilidad
de ser el partido del gobierno nacional,
sin confundir a uno con el otro.