En 429 años Monterrey ha recibido migrantes

En 429 años han llegado decenas de oleadas de migrantes a enriquecer nuestras cultura y economía, consiguiendo derechos, igualdad social, y trabajo digno.

Leopoldo Espinosa Benavides

Texto de la fundación de Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey,

Sepan cuantos… como yo, Diego de Montemayor, tesorero de la Real Hacienda de este Nuevo Reyno de León, teniente de gobernador y capitán general… hago fundación de Ciudad Metropolitana junto a un monte grande y ojos de agua que llaman de Santa Lucía… y se ha de intitular: Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey, y le nombro con todo el derecho y estabilidad y firmeza que en las demás ciudades metrópolis que en los reynos de Su Majestad están hechas y pobladas, con todas honras y privilegios y exenciones que se conceden… le doy jurisdicción y término quince leguas hacia oriente y otras quince hacia poniente y de norte a sur lo mismo en cuadro… nombro a vos Alonso de Barreda y a Pedro Iñigo por alcaldes ordinarios y a Juan Pérez de los Ríos y Diego Díaz de Berlanga y a Diego Maldonado, por regidores y a Diego de Montemayor por procurador general de este reyno y a Diego Díaz de Berlanga por escribano de cabildo… lo otorgué y fundé en el valle de Extremadura, ojos de Santa Lucía, jurisdicción del Nuevo Reyno de León, en veinte días del mes de septiembre de mil y quinientos y noventa y seis, y lo firmé de mi nombre con el presente escribano. Testigos: Domingo Manuel, Juan López, Diego de Montemayor, Miguel de Montemayor, y el alcalde Alonso de Barreda.

Texto original discurso de Leopoldo Espinosa cronista de la ciudad de Monterrey

Señor gobernador Samuel García Sepúlveda; Señor presidente municipal Adrián Emilio de la Garza Santos, señor secretario del ayuntamiento, César Garza Villarreal, señor tesorero Antonio Martínez Beltrán, señoras regidoras, señores regidores, señora y señor síndicos de Monterrey. Consejo Metropolitano de la Crónica. Público en general.

Una estatua venera la memoria de una persona; un arco de triunfo, el retorno victorioso de la guerra; y un obelisco, un suceso toral en la historia de un pueblo.

Con este obelisco se rinde tributo a los fundadores de la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, en su cuadrigentésimo vigésimo noveno aniversario.

En este sitio, hoy referente de nuestra ciudad, brotaba, subyace, y corre bajo nuestros pies, el preciado líquido del ojo de Agua de Santa Lucía, cuyo gasto hídrico, sumado al del Ojo de Agua de El Roble (por la Basílica del Roble), y al otro Ojo de agua llamado De la Ciudad (bajos de la Torre legislativa), llenaban el cauce del Río Santa Lucía.

Y ese cuerpo de agua fue el principal atractivo para que el 20 de septiembre de 1596 Diego de Montemayor encabezara la trascendental fundación que hoy recordamos.

Algunas ciudades se fundaron por necesidades militares, como Lutecia (París), o Tampico que, de ser fortalezas militares pasaron a ser ciudades.

Otras se fundaron cerca de recursos naturales importantes, como Mazapil, en Zacatecas, o Mónaco, en el fértil mediterráneo.

Pero la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, fundada por Don Diego de Montemayor y demás padres fundadores, existe porque pudo hacer florecer esta tierra, con una prosperidad que hasta ahora sigue estando presente.

En aquella señalada fecha, los padres fundadores y los naturales que se reunieron en la Misión de Peña Blanca, ubicada cerca del Santuario del Roble, iniciaron la historia de la ciudad, estableciendo una idiosincrasia cosmopolita y productiva.

Diego de Montemayor y nuestros padres fundadores no eran filibusteros en busca de riquezas para llevárselas. No. Al contrario, trajeron su tesoro más valioso que era sus familias a vivir aquí, en un lugar desconocido y peligroso, merodeado por tribus alejadas de la civilización.Ellos eran pocos -un centenar- y eso es el mejor signo de su visión y arrojo, pues vinieron a establecer una ciudad metropolitana en donde no había nada, y ahora, 429 años después, hay todo.

Amparados por estas bellas montañas: el simbólico Cerro de la Silla, el frondoso Cerro de Las Mitras, el Cerro del Topo, y la portentosa Sierra Madre, nuestros padres fundadores encontraron Refugio y un lugar para trabajar.

Ellos y sus descendientes, nuestros ancestros, más miles de inmigrantes, hemos forjado una historia de progreso, de éxito; y construido esta gran Ciudad que es orgullo nacional.

Cierto que ha enfrentado sequías y, paradójicamente, inundaciones; guerras, epidemias y crisis de seguridad y económicas que cíclicamente se presentan a lo largo de nuestra historia, pero el progreso nunca se ha detenido.

En 429 años han llegado decenas de oleadas de migrantes a enriquecer nuestras cultura y economía, consiguiendo derechos, igualdad social, y trabajo digno. En el siglo XIX llegaron franceses, norteamericanos y hermanos mexicanos de otros estados. En el siglo XX, hebreos, españoles, chilenos, ingleses, y chinos que, metabolizados por nuestra sociedad, son tan regiomontanos como cualquiera de nosotros.

En este nuevo Milenio vinieron miles de coreanos, europeos y centroamericanos, algunos de paso al país del Norte, otros en pos de trabajo, y todos en busca de una mejor vida.

Oleadas de migrantes se insertan, modifican y se adaptan a nuestra sociedad cambiante, siempre sostenida por el objetivo común: el trabajo que dignifica y templa el espíritu.

Ciertamente Monterrey enfrenta ahora gigantescos retos en temas torales, como el agua, la contaminación, la inseguridad y la movilidad urbana.

Pero otros regiomontanos de tiempos idos, padecieron problemas iguales o más graves y los superaron, así nosotros, superaremos los actuales.

Compartir este artículo
Escritor, Político, Cronista de Monterrey, empresario y editorialista.