Salinas Pliego: mal timing, pésima forma

Sabemos que su plataforma se llama Movimiento Anticrimen y Anticorrupción (MAAC).

Rodeado de empleados y justo cuando entró en vigor el Nuevo Poder Judicial -que podría cobrarle un adeudo de 74 mmdp- el magnate mexicano busca conformar un proyecto de oposición.

Luego de su veloz ruptura con el régimen instaurado por Andrés Manuel López Obrador (2021), el empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego por fin arrancó de manera visible su proyecto político. Sin embargo, el timing y la forma dejan mucho que desear para uno de los empresarios, que hasta ahora, era de los más avispados. Su lectura errónea, exceso de víscera y pésimos asesores lo aventaron al ruedo en condiciones poco favorables.

Para nadie fue sorpresa la intención del magnate por formalizar un bloque opositor apalancado en un proyecto político. Lo relevante recayó en la forma y fondo. Hoy sabemos que su plataforma se llama Movimiento Anticrimen y Anticorrupción (MAAC). Desde hace cinco años, en marzo de 2021, advertí en un texto la intención de Salinas Pliego de construir un perfil más visible y mucho más político con tintes parecidos a dos empresarios que con éxito arrebataron el poder: Donald Trump en Estados Unidos y Jaír Bolsonaro en Brasil.

Desde 2021 dejó de ser suficiente tener a senadores, diputados y altos funcionarios incrustados en el poder y operando para él y dio un paso definitorio para comenzar a configurarse a sí mismo como un actor protagónico y central. Sin embargo, todo lo construido durante cinco años fue echado por la borda hace unos días cuando rodeado -mayoritariamente- por quienes son o han sido sus empleados y a pocos días de que entró en vigor el Nuevo Poder Judicial, salió a la opinión pública a proponer su plataforma.

No pasó desapercibido el plot twist digno del endeble andamiaje institucional y la mediocre politiquería mexicana: el Nuevo Poder Judicial -el emanado de las urnas el pasado julio- asignó a la ponencia de la Ministra Lenia Batres el proyecto que podría revocar un amparo que el grupo empresarial de Salinas Pliego tiene para no pagar un crédito fiscal. La próxima resolución –que inevitablemente será en su contra– podría simbolizar el inicio del fin de los juicios que han permitido al empresario no pagar cerca de 74 mil millones de pesos, entre impuestos y recargos.

Apenas unos meses atrás, en marzo, la antigua Corte, presidida por Norma Piña, había impedido a la Ministra Batres conocer del asunto toda vez que la animadversión pública de la togada en contra del empresario podría contaminar la resolución. Ahora en el nuevo contexto, el magnate mexicano señala que es necesario un «Movimiento Anticrimen y Anticorrupción» en el que llama a la ciudadanía a organizarse frente al chasco que ha representado la llegada de la supuesta izquierda al poder con AMLO.

La política exige algo más que capital y visibilidad mediática. Requiere narrativa, legitimidad y capacidad de convocatoria. Ricardo Salinas Pliego demostró que carece de esas cualidades: su narrativa sobre el país no es equivocada pero luce hueca cuando lo enarbola desde el pantano fiscal en el que está atrapado y del cual se sabe perdedor dadas las nuevas circunstancias.

Su legitimidad aparece cuestionada cuando su ejercicio del poder está manchado por el clasismo, aires de superioridad y misoginia. Mientras en lo que se refiere a convocatoria, hay poco que decir cuando quienes lo rodearon en el evento de presentación de su ‘movimiento’ fueron, en su mayoría, sus empleados o quienes en algún momento se han beneficiado de sus empresas. Habrá quien encuentre un símil con los «Servidores de la Nación» de la autodenominada Cuarta Transformación. Es decir, «amor» transaccional.

Sin duda, un mal arranque para el empresario mexicano que había dado señales de tener mejor lectura sobre el tablero político en el que busca ganar terreno. Con partidos de «oposición» patéticos que apuestan a ser virales en redes sociales, un sector de la sociedad esperanzado en que Washington los salve de la «dictadura» y un Salinas Pliego que parece no tener el tamaño de un Bolsonaro en Brasil o un Trump en Estados Unidos, los mexicanos que no están de acuerdo con el proyecto de la 4T -todo indica- seguirán manteniéndose en la orfandad política… si es que nadie de ellos ajusta su hoja de ruta.

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