Violencia no, firmeza sí

Santiago De La Huerta
Mario Jasso (Cuartoscuro)

La escena que vimos en el Senado con el intercambio entre Alejandro Moreno y Gerardo Fernández Noroña no puede reducirse a un simple altercado. Es un reflejo del momento político que vive México: un régimen autoritario que busca imponer silencio a toda costa y una oposición que, si no se planta con firmeza, puede quedar borrada del mapa.

Es cierto: la violencia no es el camino. La política debe resolverse en el terreno de las ideas y del debate. Pero también es cierto que ante un poder que atropella y busca acallar voces, la oposición tiene la obligación de actuar con firmeza. En ese sentido, lo ocurrido con “Alito” en el Senado muestra algo importante: que el PRI, y en particular su dirigente nacional, no está dispuesto a ser una oposición sumisa.

Hoy, Alejandro Moreno es el único dirigente opositor que asume el costo de plantarse frente al oficialismo. Díganme: ¿Qué hacen Marco Cortés, expresidente del PAN, o Jorge Romero, el actual presidente del CEN del PAN? ¿Dónde están? ¿Cuál es su papel? La realidad es que no aparecen, no encabezan, no marcan la ruta. En contraste, el PRI sí lo hace: se ha convertido en la fuerza visible de la oposición en México.

Y este gesto de no dejarse no es solo un tema político, también es un tema cultural. Porque el mexicano no es dejado. El mexicano es entrón, es valiente, es alguien que cuando lo empujan responde y se defiende. Por eso lo que vimos en el Senado fue, en buena medida, un reflejo del carácter de un pueblo que no acepta la imposición ni la humillación.

Claro que no se trata de aplaudir la confrontación física. Se trata de entender que la congruencia política exige valentía. Y que en un contexto donde el oficialismo busca avasallar, la oposición no puede ser tibia ni complaciente.

Por eso, lo de Alito en el Senado no es un desliz, es una señal. Una señal de que en el PRI hay una oposición viva, combativa, que entiende el momento histórico y que sabe que el 2027 y el 2030 no se van a disputar con discursos suaves, sino con claridad, con firmeza y con carácter.

México necesita una oposición que no se deje.
Porque si algo está en el ADN del pueblo mexicano es eso:
la capacidad de plantarse, de dar la cara y de resistir.

Compartir este artículo
Consultor político especializado en comunicación.