El otrora Poder responsable de garantizar la legalidad, el derecho y el control constitucional, inauguró hoy una nueva etapa anclada en la superchería, la superstición y el ocultismo, que son la negación misma del imperio de la ley.
La carencia absoluta de legitimidad de los nuevos juzgadores electos en un proceso fraudulento y despreciado por los electores, fundamentado en una reforma judicial espuria y arbitraria aprobada por una mayoría falsa y tramposa, y pretendidamente justificada en una corrupción y nepotismo más míticos que reales, quiso fabricarse su vigencia y validez mediante un grotesco ritual de quiméricas liturgias pseudo indígenas, que no pasaron de meras representaciones teatrales que imaginan transmitir a los bastones e inciensos la capacidad de juzgar e interpretar el contenido de la ley, por encima de lo que la Constitución y el orden jurídico señalan.
Quienes resultaron electos y quienes los ungieron mediante acordeones y artimañas decidieron sumar el ridículo al folclore de su imposición. Este repugnante ritual de inauguración va más allá de un simbolismo o de un mensaje: es la constatación de que para defender al gobierno, al crimen organizado o al poder económico, estos nuevos juzgadores podrán acudir al confesionario, la brujería, la cábala o la magia para alimentar su criterio jurídico y decidir más allá de lo que establezca la ley.
Ya no será necesario recurrir a la técnica o al procedimiento jurídico, al análisis puntual de los expedientes o a la redacción cuidadosa de las sentencias, pues de nada vale la norma escrita ante ministros, magistrados y jueces que creen ciegamente en ejercer el cargo para hacer justicia social y no justicia a secas; que no representan al Estado de derecho, sino a creencias y mitos, supuestamente ancestrales, pero posmodernamente inventables, fabricables o imaginables, así como también a los intereses de los grupos de poder legales e ilegales que los patrocinaron para llegar al cargo.
La discrecionalidad, la torpeza y la componenda se erigen como la conducta esperable en personas que de entrada aceptaron hacer a un lado el discernimiento, la agudeza, la moderación y el debido proceso propios de los verdaderos jueces para empezar a ejercer sus cargos.
Para completar la farsa se realizó una Sesión Solemne en el Senado la cual mantuvo un ambiente triunfal por parte la mayoría destructora del Poder Judicial que incluso fue arropado con la presencia de gran parte del Gabinete del Ejecutivo, los consejeros del INE y hasta el director del ISSSTE para presenciar la exaltación de su hermana,